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La UE se replantea la rigidez actual en el aspecto de los alimentos a la venta

En breve se votará la normativa europea sobre el tamaño y el color de las frutas y verduras, que lleva al derroche de toneladas de productos por no cumplir los requisitos establecidos. Varios países comunitarios, entre los que se encuentran España, Francia e Italia, se oponen a la iniciativa.

Numerosos agricultores de Europa han tenido que destruir en ocasiones sus cultivos, y ni siquiera han podido regalarlos, por no alcanzar los estándares que marca la ley a pesar de ser alimentos perfectamente comestibles.

Estas son algunas de las características marcadas por ley:

  • Los pepinos de primera clase deben ser “prácticamente rectos” y el ángulo de curvatura no puede superar el 1/10.
  • Los plátanos deben estar curvados y deben tener una longitud superior a 14 cms. Además, el grosor de la sección trasversal entre los lados y el medio debe ser perpendicular al extremo longitudinal y de un mínimo de 27 mm.
  • Un manojo de cebollas no debe tener menos de 16.
  • Los espárragos de primera clase deben ser  verdes en al menos un 80% de su longitud.
  • Un racimo de uvas no puede pesar más de 1 kg.
  • Las zanahorias deben ser suaves y sin deformaciones. Si miden menos de 20mm. deben denominarse “zanahorias jóvenes”.

El posible cambio de la normativa llevaría a la relajación de 26 de las 36 regulaciones, con lo que podremos encontrar frutas y verduras con formas curiosas en las estantería, siempre que estén en buenas condiciones de ser consumidas. Y a los pepinos torcidos o a las zanahorias muy delgadas no se les negaría la categoría primera si tienen calidad. Sólo se mantendrán estándares mínimos para las manzanas, cítricos, kiwis, lechugas y endivias, melocotones, peras, fresas, pimientos dulces, uvas de mesa y tomates. También se mantendrá la normativa sobre la forma de los plátanos, ni muy rectos ni muy curvados, que se introdujo en 1994 para facilitar su empaquetado y reducir los daños  en el transporte.

Como afirma el portavoz de la Comisión Europea, Michael Mann, “la gente dice que los precios están muy altos, por lo que no tiene sentido tirar comida”.

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