Ya son 120 colegios y 15.000 los escolares que en Andalucía consumen menús biológicos por un precio similar a otro convencional. El impulso oficial y la implicación de todas las partes involucradas ha permitido desarrollar un proyecto que no ha dejado de crecer desde su nacimiento en 2005, según nos explicaba en BioCultura Margarita Villagómez Villegas, coordinadora del programa de consumo social en la Junta de Andalucía, que afirma que “el movimiento ecológico no es un movimiento hippie sino una necesidad real”.
Su puesta en marcha en Andalucía ha conllevado la reconversión del sector agrícola de la región para satisfacer la demanda. Se han creado nuevas iniciativas agrarias e industriales y se ha fortalecido un mercado interno que fortalece al productor mediante una cadena de distribución lógica y directa basada en centros logísticos. Todo ello ha favorecido al desarrollo rural.
La iniciativa de este programa bio partía de la Consejería de Agricultura y Pesca pero cuenta con el apoyo de otras consejerías como la de Educación, Medio Ambiente, Salud e Igualdad y Bienestar Social. Por diferentes razones, a todas les interesa la expansión de la alimentación ecológica. Además de prevenir la obesidad y ser una apuesta de salud que a la postre reducirá el gasto sanitario, ha estimulado el desarrollo rural y ha diversificado la producción, al prescindir de los agro-tóxicos ha mejorado la calidad ambiental y la calidad del agua es superior, se han reducido las emisiones del transporte y se contribuye a la lucha contra el cambio climático.
La educación y concienciación del público objetivo forma parte del proyecto. Alumnos y familias, docentes, cocineros y personal de comedor disponen del apoyo didáctico de nutricionistas y de la comunidad médica con el objetivo de un despliegue bio en el que no quede ningún cabo sin atar. Esta iniciativa emula a la de Roma, donde 760.000 niños consumen menús escolares ecológicos y el tejido agrícola y alimentario ha adquirido un color realmente verde.
Dentro del encuentro sobre Ecología y Restauración Colectiva en los Centros Sociales que albergaba BioCultura, Silvana Sari, impulsora del programa escolar en Roma y directora de la Política Educativa en la ciudad, afirmaba que “se trata de un servicio público, de democracia y justicia social. Cuando consumimos alimentos ecológicos y de comercio justo estamos contribuyendo a un futuro sostenible”.
Un argumento que reforzaba con cifras Maurizio Marianni, director de Risteco-Alimenterra, la red europea por un sistema público de alimentación sostenible. Recordaba por ejemplo que la pesca industrial recoge al año 30 millones de toneladas de pescado, da empleo a 1,5 millones de personas y consume 37 millones de toneladas de petróleo. Entre tanto, la pesca artesanal, recoge también 30 millones de toneladas, emplea a 12 millones de personas y consume 5 millones de toneladas de combustible.
Más información: Junta de Andalucía
Imagen: Ecomeal