Más de tres cuartas partes de la población europea vive en zonas urbanas y consume un quinto del agua proveniente del suministro público. Viviendas, hospitales, hoteles colegios y empresas dependen de un agua limpia que puede estar en riesgo por diferentes razones. De ahí la necesidad de ahorrar, maximizar recursos y asegurar la autosuficiencia mediante estrategias inteligentes.
Recoger y reciclar el agua disponible o evitar las pérdidas de la red son factores clave para lograr este objetivo. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), por ejemplo en Croacia el 40% del agua potable se pierde en las fugas de sus instalaciones.
Entretanto, el 60% del agua consumida en los hogares europeos se destina a la higiene personal, algo que puede cambiar con duchas más rápidas y menos baños. A su vez, el consumo de agua doméstica puede reducirse mediante sistemas eficientes en la griferías y en la cisterna de los urinarios, sin olvidar la austeridad en la limpieza de vehículos y riego de jardines.
Mientras que las olas de calor y el incremento de la demanda en áreas turísticas amenazan los reservorios de agua, las cada vez más frecuentes inundaciones pueden contaminar el suministro público durante semanas, como ocurrió en Copenhague en julio de 2011. Todo ello hace necesario que por ejemplo los hogares y edificios puedan aprovechar el agua de lluvia o reutilizar en urinarios las aguas grises procedentes de duchas o lavadoras.
Eficiencia y reutilización
Si bien la mayor eficiencia de lavadoras y lavavajillas han supuesto un avance en el consumo de agua potable, resulta imprescindible ampliar esa efectividad a todo el ciclo. De acuerdo con la AEMA, vincular el precio del agua al volumen consumido es un incentivo para el ahorro. Cuando dicho precio se incrementa a medida que aumenta el consumo, la reducción en el uso de agua puede alcanzar hasta el 13%, tal y como se ha comprobado en Inglaterra y Gales.
Por otro lado, el 80% del agua demandada en la ciudad vuelve al sumidero, donde se une al agua de lluvia para su posterior tratamiento, antes de ser vertida a ríos o al mar. Para maximizar recursos, se podrían reciclar in situ todas las aguas grises, no provenientes del urinario, y reutilizarlas en la cisterna del water o en cualquier otra actividad que no requiera agua potable, como la limpieza de coches, la jardinería o la industria.
Otro tanto se podría hacer con la recolección del agua de lluvia. Para ello, solo es necesario implementar los sistemas adecuados en viviendas o empresas, según advierte la AEMA. El agua de las precipitaciones también se puede redirigir hacia las zonas verdes y parques que aportan esparcimiento y lugar de refresco en las épocas de calor.
La agencia europea recomienda sumar a todo lo dicho la tecnología existente para detectar cualquier pérdida en la red. Si se hacen las inversiones pertinentes, se informa a la ciudadanía y cada actor desempeña el mejor papel en aras de la sostenibilidad, las ciudades podrán acercarse a la autosuficiencia de agua en tiempos en que la escasez las sobrevuela.
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