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El Hervidor Marino que convierte en potable el agua salada

El Sea Kettle, un invento de la americana Kim Hoffman, ha sido seleccionado para el concurso James Dyson Award que en octubre otorgará 15.000 dólares al ganador. El Hervidor Marino es capaz de convertir agua de mar en agua dulce. Se instala en una balsa y gracias a una bomba manual aloja el agua del mar en un depósito del techo. El calor del sol hace que el agua se evapore para ser capturado y recogido en los contenedores dentro de las paredes de la balsa.

Una vez que las gotas de agua condensada fluyen hacia los bolsillos de la balsa a través de cuatro ejes, mediante un tubo se puede consumir desde el interior de la embarcación, que tiene capacidad para cinco personas. El sistema pude proveerles con tres litros de agua dulce al día.

Estudiante de postgrado en la Academia de Arte de la Universidad de San Francisco, Kim Hoffman ha navegado desde niña y siempre creyó necesario que los navegantes deberían poder obtener su propia agua potable en caso de emergencia. Finalmente ha logrado un sistema que también podría tener amplias aplicaciones en diferentes lugares costeros de la tierra donde sus habitantes carecen de suficiente agua potable. “Me apasiona la creación de conceptos y productos que tengan un impacto real positivo en la vida de las personas y en el mundo, sin poner en peligro el medio ambiente”, afirma Hoffman.

El concurso James Dyson Award reta a diseñadores industriales de todo el mundo a crear dispositivos que resuelvan problemas o carencias. En esta edición, 18 países han presentado candidaturas. La ganadora recibirá el premio por partida doble: 10.000 libras esterlinas para el diseñador y otras 10.000 para la universidad que le ha apoyado. En caso de que el ganador no sea británico, el premio se convertirá a la moneda local del país ganador.

Botella esterilizadora ultravioleta a cuerda

Entre los demás inventos presentados, destaca una botella portátil para la filtración y esterilización ultravioleta del agua, creada por un británico que ha viajado por África y ha sufrido en primera persona la falta de agua potable. La botella tiene una cámara exterior que se llena con agua sucia de cualquier lago, arroyo o charco. A continuación pasa por un filtro para partículas de hasta 4 micrones en tamaño. Una vez clara, el agua se esteriliza durante 90 segundos mediante una bombilla ultravioleta que funciona dándole cuerda. En dos minutos, el agua está lista para beber, en cualquier lugar del mundo, libre al 99,9% de bacterias y virus y sin el desagradable sabor que dejan las pastillas de cloro o yodo, que además necesitan 30 minutos para hacer su trabajo de limpieza.

Más información: James Dyson Award

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