Pesticidas, aditivos alimentarios, sustancias químicas en cosméticos, limpiadores, ropa o mobiliario, polución de carnes y pescados, contaminación ambiental y radiaciones electromagnéticas forman un cóctel en el día a día de la vida moderna que ha desatado una larga lista de enfermedades, algunas de ellas hasta hace poco desconocidas. Los científicos ya han empezado a pedir responsabilidad política, mientras la corriente ecológica se convierte en el mejor paliativo para una buena salud.
Ya existen clínicas “descontaminantes” que consiguen recuperar la calidad de vida de numerosos enfermos ambientales y que a la medicina convencional le cuesta diagnosticar. El Síndrome Químico Múltiple, el de Fatiga Crónica, la Fibromialgia o la hiperactividad infantil son algunos de los cuadros que mejoran claramente con eliminar la exposición a un entorno doméstico polucionado y consumir únicamente alimentos orgánicos, libres de pesticidas y abonos sintéticos.
En España, unas 300.000 personas sufren alguna de las dolencias llamadas de sensibilización central. Sin olvidar otras epidemias que se han producido: autismo, diabetes, hiperactividad, Alzheimer, Parkinson, trastornos reproductivos, problemas cardiacos, asma y alergias, esclerosis múltiple o diferentes tipos de cáncer. Cada vez hay más expertos que sospechan con más fuerza que estas enfermedades están ligadas a la contaminación física y química, especialmente, en las ciudades.
Esta misma semana, expertos reunidos en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid durante la jornada “La Sanidad frente a las Enfermedades Ambientales” han reconocido la seriedad del problema y la necesidad de actuar de forma tanto preventiva como paliativa. Alejandro Úbeda, jefe de Radiaciones no Ionizantes del Ramón y Cajal, explicaba “que hay datos epidemiológicos que indican que 'están pasando cosas' y que la gente está enfermando como consecuencia de esas sustancias físicas y químicas”.
Según el proyecto científico Infancia y Medio Ambiente, en el que participa la Fundación Roger Torné, los compuestos organoclorados se hallan hasta tal punto en los tejidos biológicos humanos que, sobre una muestra de 1.259 mujeres embarazadas, se encontró DDE (un metabolito del pesticida por antonomasia, el DDT) en un 99% de los casos y, PCB´s, en un 95%.
Con este telón de fondo y bajo el lema “Un cambio necesario”, los días 1, 2 y 3 de junio, se celebra en Madrid el Sexto Congreso Internacional de Medicina Ambiental, donde expertos mundiales debatirán sobre el aumento explosivo de las enfermedades ambientales y la necesidad de cambios en la prevención y el tratamiento. Convocados por la Fundación Alborada y la Fundación Vivo Sano, los mayores expertos mundiales en medicina ambiental debatirán sobre la necesidad de formación de los médicos y otros profesionales sanitarios en esta disciplina, y pasarán revista al creciente número de tratamientos especializados que mejoran notablemente la calidad de vida de los pacientes.
Entre otros, expondrán sus últimas investigaciones y su experiencia clínica el doctor William Rea, fundador del Centro de Salud Ambiental de Dallas; la doctora Jean Monro, directora médica del Breakspear Medical Groupel; Martin Pall, el gran descubridor de los mecanismos bioquímicos de las enfermedades ambientales; Pilar Muñoz-Calero, directora de la Clínica de Medicina Ambiental de la Fundación Alborada en Brunete (Madrid); o el doctor José Francisco Tinao, director de la Clínica de Medicina Integrativa de la Fundación Vivo Sano.
“La medicina ambiental va a desempeñar en la medicina actual y futura un papel casi tan trascendente como el de los microbios a principios del siglo XX”, explica el doctor Tinao, vicepresidente de la Fundación Vivo Sano. “Cada día se conocen más datos sobre el papel de los tóxicos medioambientales en el origen de distintas patologías o como factores coadyuvantes, y aún queda mucho por investigar y por aplicar en la práctica clínica diaria. La medicina debe comenzar a tomar iniciativas en la valoración medioambiental y en su repercusión sobre las personas.
Por otro lado, el próximo mes de junio, el Parlamento Europeo votará una Declaración para reconocer oficialmente la Hipersensibilidad a Campos Electromagnéticos y la Sensibilidad Química Múltiple (SQM), dos dolencias de origen ambiental que aún no han sido incluidas en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).
Más información: Fundación Alborada
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