La obesidad es un problema que en los pasados treinta años se ha duplicado entre niños y adolescentes. Sin embargo, los padres pueden ayudar a que sus hijos sean activos y coman alimentos saludables. Enseñar a los niños cómo cuidar correctamente de su cuerpo es una de las claves para luchar contra la obesidad.
Aunque no todos los chavales y adolescentes son vulnerables a los trastornos de la alimentación, un ambiente de constante control de alimentos y peso puede llevarles a desarrollar una relación enfermiza con la comida y una baja autoestima. En lugar de hacer de la mesa un campo de batalla, funciona mejor ofrecer opciones de alimentos saludables, dejar que los niños decidan cuándo tienen apetito o están llenos y, sobre todo, ser modelo mediante nuestra propia relación sana con la comida y el ejercicio.
Invitar a nuestros hijos a ir de compras con nosotros, o preparar la comida junto a ellos nos permite enseñarles acerca de lo que el organismo necesita y lo que no, instruirles sobre la pirámide de alimentos y acostumbrarles a discernir las calorías y los aditivos en las etiquetas.
Una hora de compras puede quemar entre 100 y 240 calorías. Si llevamos a los chavales al mercado local, con nuestra ayuda además aprenderán sobre la importancia de consumir alimentos de la tierra, naturales, de temporada y kilómetro cero. Harán la conexión entre lo que comen y de dónde proviene la comida, al tiempo que queman calorías.
No saltarse el desayuno hará que los más jóvenes rindan mejor en clase, estén más contentos y no tengan tentación de comer chucherías entre horas. Si además logramos que empiecen el día con fruta y pan integral, habremos avanzado mucho.
Los tentempiés saludables son la alternativa a la bollería procesada, el picoteo de comida basura y las bebidas calóricas. Para ello no deben faltar a la vista frutas, yogures naturales o frutos secos que tienten a los niños. Y, con un poco de imaginación, podemos preparar batidos y zumos de fruta, humus para untar con barritas de zanahoria y apio, endivias con queso, tomatitos cherry y aceitunas rellenas de anchoa y todo lo que se nos ocurra.
Si ha sido inevitable que se coman el paquete de patatas fritas o ese refresco artificial que aumenta en un 60% el riesgo de sufrir sobrepeso, una hora de deporte hará que los chavales quemen unas 275 calorías. De hecho, sesenta minutos diarios de ejercicio, del tipo que sea, es lo que recomiendan los expertos como ingrediente fundamental en la lucha contra la obesidad infantil.
Otro factor clave es que toda la familia se siente a cenar a la vez. Especialmente si en el plato abundan las verduras y escasean los fritos, el riesgo de padecer obesidad se reduce en un 25 por ciento. Claro, que también es recomendable que la tele esté apagada y la comida sea un acto tranquilo, consciente y de disfrute en común.
Nueve horas o más de sueño es lo que precisan los niños a partir de 10 años, incluidos los adolescentes. Ocho horas de sueño consumen de media 350 calorías y, según un estudio de Pediatric Academic Societies, cuanto menos duermen los escolares, mayor es su riesgo de sobrepeso. Es más, por cada hora extra de sueño, el riesgo de obesidad baja en un 9 por ciento, especialmente entre los adolescentes.
Sentarse frente al televisor o cualquier otra pantalla electrónica durante más de dos horas diarias también incrementa en 2,6 veces las posibilidades de que nuestros hijos sufran de exceso de peso. Sobre todo si son chicas y además añaden golosinas al sedentarismo.
Junto a todo lo dicho, los padres también pueden involucrarse en iniciativas comunitarias que establezcan estilos de vida saludables, tales como programas “de la granja a la escuela”, huertos escolares y locales participativos, carriles bici y eventos que estimulen a niños y mayores a salir, relacionarse de manera creativa y estar activos.
Sonia Gómez Saiz
Imagen: Jeanie
Contenido relacionado:
Cada vez más escolares andaluces comen bio
La revolución de la comida local: Incredible Edible Todmorden
Cómo alimentarnos para fortalecer el sistema inmunológico