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El accidente de Fukushima marca un antes y un después en la seguridad nuclear

El Consejo de Seguridad Nuclear revisará los sistemas de seguridad de las centrales nucleares españolas. También hará un estudio sísmico complementario y otro sobre el peligro de inundación, con especial atención en la central de Cofrentes. La decisión sigue al accidente en la planta japonesa de Fukushima Daichii, el segundo más grave de la historia nuclear mundial tras el de Chernobil, mientras siguen sin despejar las interrogantes en el panorama atómico español.

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Expertos señalan que el incidente de Fukushima alcanza un Nivel 6 de un máximo de 7 en la Escala INES de sucesos nucleares, con una situación grave, especialmente del reactor número dos y un escape de sustancias radiactivas. En estos momentos están dañados los seis reactores en Fukushima I, incluso los que estaban detenidos en el momento del terremoto. La situación más crítica es la del reactor número dos en que la explosión dañó la contención y el combustible ha quedado desnudo. Además se han retirado las cubiertas exteriores de los reactores 5 y 6 para evitar nuevas explosiones, lo que hace aumentar la radiactividad ambiental.

Por otra parte, se ignora cuál es la situación de las piscinas de combustible gastado, aunque todo indica que la piscina del reactor número cuatro ha sufrido daños. Esto añade un punto de peligrosidad porque en las piscinas están los residuos de alta actividad de la central y el agua que contienen está contaminada.

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Según Ecologistas en Acción, no se puede sostener que las centrales japonesas hayan aguantado bien el terremoto y el tsunami, dada la situación crítica en que se encuentran y dada la fuga radiactiva que ya se ha detectado a cientos de kilómetros de la central de Fukushima. Por ello fue necesario evacuar a todos los trabajadores que luchaban contra el accidente.

Para la organización ecologista, los sucesos de Fuskushima ponen de manifiesto el riesgo inherente del uso de la energía nuclear y aconsejan el abandono de esta fuente energética. Y es que aunque estos hechos sean improbables, acaban por producirse.

Problemas en las nucleares españolas

Las centrales nucleares españolas no están exentas de problemas que nos someten a riesgos. Las situaciones que pueden dar lugar a un accidente, llevando a la central fuera de sus parámetros de diseño pueden ser improbables, pero finalmente pueden suceder. Por más que se intente perfeccionar la seguridad, siempre pueden aparecer imprevistos con los que no se contaba y que pudieran dar lugar a accidentes graves.

La central nuclear de Garoña (Burgos) es muy similar al reactor de Fukushima I, pero con muchos más problemas de seguridad. Por tanto es arriesgado prolongar su vida hasta 2013.

La central nuclear de Cofrentes es, al igual que la de Garoña, de agua en ebullición, lo que las hace especialmente vulnerables ante sucesos externos a la central. En este tipo de centrales las tuberías de refrigeración del circuito primario, cargadas de vapor radiactivo, salen de la contención y recorren todo el recinto de la central. Un imprevisto que afecte a los edificios exteriores y rompa esas tuberías daría lugar a un sucesos similar al sufrido por los reactores japoneses. Además, el embalse de Tarancón, situado aguas arriba de la central, no soportaría el terremoto máximo que puede ocurrir en la zona. En caso improbable de que se produjera ese terremoto, las aguas inundarían la central agravando aún más los efectos de la rotura de la presa.

La central nuclear de Almaraz I y II (Cáceres) tiene un sistema de refrigeración basado en la parte externa del embalse de Arrocampo, que tampoco está licenciado para tener resistencia a seísmos. Por esto mismo se construyeron unos sistema de irrigación que bajaran el agua de la parte que sí está licenciada sísmicamente.
Si se produjera un terremoto que rompiera el embalse, la central tampoco tendría garantizada la capacidad para evacuar el calor residual del reactor.

La central nuclear de Ascó I y II (Tarragona) está situada sobre una zona de arcillas expansivas que llegan a desplazarse unos 10 cm. al año, dependiendo de las lluvias. Esta situación obliga a una constante vigilancia de estas margas por parte del CSN.

Y la central nuclear de Trillo (Guadalajara) está situada no lejos de Escopete, donde se produjo un terremoto de grado 4,2 en 2007. Aunque el terremoto fue de baja intensidad, hay que tener en cuenta que los sismólogos no esperaban que se produjera en la zona de La Alcarria, que no se consideraba sísmicamente activa.

Con todo, muchas de las nucleares españolas tienen un situación de riesgo potencial, por lo que lo más sensato sería proceder al cierre escalonado, con el objetivo de prescindir de la energía nuclear en el horizonte de 2020.

Por todo esto y en solidaridad con las víctimas del terremoto, Ecologistas en Acción ha convocado el jueves 17 de marzo, un día de acción en solidaridad con el pueblo de Japón y por el abandono de la energía nuclear. Las convocatorias están disponibles en http://ecologistasenaccion.org/article20037.html

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