Banner
Banner
You are here: Noticias y Artículos Entorno El uso insostenible del agua en Europa

El uso insostenible del agua en Europa

water-resources.jpg

Un nuevo informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) confirma que en numerosas partes de Europa no es sostenible la gestión del agua que se aplica. Y si bien la mayor escasez de este bien esencial se produce en el sur, las luces rojas también han empezado a encenderse en el norte. El cambio climático traerá períodos de sequía cada vez más frecuentes que agudizarán el problema del agua, especialmente en verano.

“Vivimos por encima de nuestras posibilidades en lo que respecta al agua. La solución a corto  plazo ante la escasez de agua es extraer incluso más, tanto de las reservas de superficie como de las subterráneas. Esta sobre explotación no es sostenible. Tiene un fuerte impacto en la calidad y la cantidad del agua restante, así como en los ecosistemas que dependen de ella”, asevera la catedrática y directora ejecutiva de la EEA. “Tenemos que recortar la demanda, minimizar la cantidad de agua que extraemos e incrementar la eficiencia de su uso”.

Descontando la explotación ilegal, Europa consume alrededor de 285 kilómetros cúbicos el agua, lo que supone una media de 5.300 metros cúbicos per cápita, o lo que es lo mismo, el equivalente a dos piscinas olímpicas.

En el conjunto de Europa, el 44% del agua utilizada se destina a la producción de energía, el 24% a la agricultura, el 21% al suministro público y el 11% a la industria. Sin embargo, según las zonas hay diferencias sobre el agua consumida y en el sur europeo, por ejemplo, la agricultura se lleva el 60% y hasta el 80% en áreas específicas.

A través de Europa el agua potable proviene en un 81% de fuentes en superficie, como son lagos y ríos, y es este agua predominantemente la que llega a la industria, a la energía y a la agricultura. Mientras, el suministro de agua para el consumo humano procede fundamentalmente de acuíferos subterráneos que en general tienen mayor calidad.

La desalinización está creciendo rápidamente como alternativa a las fuentes convencionales de agua. Sin embargo, debe tenerse en cuenta la elevada necesidad energética del proceso y deben gestionarse los residuos salinos que genera.

Los puntos flacos de España

En España se han encontrado 51 puntos hidrológicos sobre explotados, con la cuenca del río Segura como la más dañada y con una pérdida en las zonas más críticas de entre 20 y 160 m entre 1980 y 2000.

Un bajo flujo de las aguas de los ríos tiene un fuerte impacto sobre los ecosistemas que se sustentan en él. Este es el caso de los peces migratorios,

como el salmón, que necesitan un caudal rápido y profundo para realizar su travesía para desovar río arriba, sin olvidar las truchas, las anguilas o el esturión. Pero también los invertebrados acuáticos, las aves y la vegetación asociada sufren las consecuencias de la bajada de los caudales al alterarse su hábitat. A esto hay que sumar el deterioro de los bosques o dunas circundantes, así como la pérdida de capacidad del río para disolver y eliminar sustancias químicas cuando baja su volumen de agua.

El informe de la Agencia Europea del Medioambiente también señala que la sobre utilización del agua en la agricultura y el turismo en torno al parque de Doñana ha llevado a la pérdida de zonas húmedas y herbáceas. Aparte del impacto que esto tiene en la vida animal, conlleva la invasión de matorrales y afecta directamente al cambio climático ya que al secarse la turba, se libera CO2 procedente de la oxidación de la materia orgánica acumulada. Las orillas del Guadiana son testigo de la combustión espontánea que ha sufrido su turba deshidratada.

Es más, la bajada del flujo en las desembocaduras posibilita la invasión del agua del mar con las graves consecuencias que ello acarrea durante décadas a la calidad de los acuíferos y por tanto al suministro destinado a la agricultura y al consumo humano. Un panorama que es muy habitual en las costas del Mediterráneo pero que ya empieza a sufrirse también en el norte de Europa. Entonces, a veces se opta por la costosa desalinización y su alto impacto ambiental, no sólo por el elevado consumo de energía que requiere, sino por los residuos salinos que deja y que vuelven a contaminar el subsuelo en un círculo vicioso.

La EEA apunta que España dispone de 3,77 millones de hectáreas destinadas a cultivos de regadíos. 350.000 de esas hectáreas están la cuenca del Júcar donde, con sus 43.000 kilómetros cuadrados repartidos entre las comunidades de Aragón, Castilla La Mancha, Catalunya y Valencia, la agricultura de regadío ocupa el 8% de la superficie y absorbe el 79% del total del agua utilizada por todos los sectores.

El impacto del turismo también es claramente negativo en lo que al agua respecta. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en Europa el consumo medio de agua por persona oscila entre los 100 litros y los 200 litros diarios, mientras que los turistas llegan a alcanzar los 450 litros al día.

El turismo es un fenómeno característico de la zona mediterránea y claramente de España. Un 80% de los turistas se concentran entre los meses de mayo y septiembre, cuando la escasez de agua es mayor. Aunque el futuro del turismo es incierto, las predicciones hablan de un crecimiento del 2-2,5% anual en España. La cuenca del río Júcar atrae a 1,4 millones de turistas al año que se suman a la población habitual de 4,36 millones. La mayor densidad turística se produce en la costa de la comunidad valenciana, pero los visitantes también se acercan cada vez más al interior.

Tampoco hay que olvidar que el área alberga un millón de segundas viviendas y 19 campos de golf que consumen al año entre 6.500 y 10.000 metros cúbicos por hectárea, cantidad por otro lado equiparable a la de ciertos cultivos como el del maíz de riego cuya rentabilidad e impacto laboral además es muy inferior. Sin embargo, esos campos de golf podrían limitar su impacto ambiental, dice la EEA, mediante la utilización de agua reciclada, como ya ha empezado a hacerse en alguna instalación europea de estas características.

Menos demanda en vez de más suministro

Entre las recomendaciones clave de la EEA para la gestión deficiente del agua, destaca el cambio hacia políticas y prácticas que minimicen la demanda en vez de buscar un incremento del suministro.

  • En todos los sectores, incluida la agricultura, el precio del agua debería adecuarse al volumen utilizado.

  • Los gobiernos deberían poner en marcha de manera más amplia planes de sequía, centrándose en la previsión del riesgo más que en la gestión de la crisis.

  • Los cultivos de regadío deberían prohibirse en zonas secas.

  • La combinación de selección de cultivos y métodos de riego puede mejorar considerablemente la eficiencia del agua agraria cuando se complementa con programas de asesoramiento. Los fondos nacionales y europeos pueden desempeñar un papel importante en este sentido.

  • Tomar medidas que eleven la concienciación ciudadana, como la eco-certificación o los programas educativos en los colegios, es esencial para lograr un uso sostenible del agua.

  • Hay que evitar los goteos por avería en el suministro público, que en partes de Europa llega a suponer el 40% del suministro total.

  • El uso ilegal de agua en la agricultura está extendido en ciertas partes de Europa, lo que requiere vigilancia y un sistema de multas.

  • Las autoridades deberían estimular el uso de aguas alternativas, como las recicladas, las aguas grises procedentes de la ducha, o el agua de lluvia.

Responsabilidad compartida

La población de la UE-27 alcanzará 521 millones en 2035, si bien el consumo de agua resultante dependerá de la organización de esas personas. Y es que las viviendas con más habitantes acumulan un per cápita más bajo que una vivienda de un solo individuo, donde por ejemplo el coche se lava igualmente que si lo utilizara una la familia al completo. Las cifras demográficas indican sin embargo que cada vez más gente vive sola.

Por otro lado, el derroche de agua aumenta con el desarrollo de las economías nacionales y de estilo de vida personal. Y una vez que los ciudadanos tienen los electrodomésticos y piscinas que perseguían, el consumo de agua se estabiliza y no aumenta con el PIB del país, posiblemente porque también mejoran la tecnología y la conciencia de ahorro. Estas premisas ayudan a dibujar el mapa del consumo futuro de agua.

En el lado negativo, también ha aumentado un 15% el consumo de agua embotellada en Europa hasta los 80 litros per cápita anuales, lo que lleva al problema ambiental de la producción del plástico, que a su vez requiere agua y emite CO2 a la atmósfera. El Earth Policy Institute estima que cada año se utilizan en el mundo 2,7 millones de toneladas de plástico para fabricar botellas de agua, de las cuales el 25% se exportan al extranjero, lo que implica consumo energético y mayores emisiones de gases de efecto invernadero. Por el contrario, el agua que se traslada desde las plantas de tratamiento a los hogares apenas tiene impacto en el medio ambiente.

El cambio climático también puede aumentar en Europa el consumo personal de agua en 1-2% por la mayor necesidad de regar jardines o el mayor uso de duchas y piscinas en las épocas de calor. Un incremento que puede poner a prueba el suministro como ya se ha experimentado en España.

Con todo, se hace imprescindible la reducción del consumo personal para no superar aun más el límite de la  insostenibilidad. Una forma sería mediante la reutilización de las aguas grises (procedente de la ducha, el lavabo y el fregadero) en el urinario y para el riego, o el agua de la lluvia no sólo para jardines y urinarios, sino también para lavadoras y lavavajillas e incluso duchas. La tecnología está disponible, sólo hay que implementarla. Gran Canarias y la ciudad vasca de Vitoria ya tienen experiencia en el uso de aguas recicladas en la agricultura y son ejemplos a seguir. La mejora de la eficiencia es por tanto posible en todos los frentes.

Más información: Ver el informe completo del EEA (en Inglés)

Fuentes: EEA / Ecogaia

AddThis Social Bookmark Button