En junio se iniciarán las obras de la futura Ciudad del Medio Ambiente (CMA) en el municipio soriano de El Garray, concebida sobre los principios de sostenibilidad: respeto de las características naturales de su emplazamiento, edificios eficientes, energías limpias… Con la inversión inicial de 500 millones de euros se logrará el asentamiento de 120 proyectos empresariales y generará más de 1.000 empleos directos y 5.000 indirectos.
La CMA, que se completará en 2012, se ubicará a 10 kilómetros de la ciudad de Soria en un área calificada por la Unión Europea como Lugar de Interés Comunitario (LIC), rodeada por las riberas del Duero, las proximidades del Monte de Valonsadero y el interior del Soto de Garray, tres ecosistemas naturales que los responsables del proyecto se han comprometido a proteger. Mantendrán la topografía original y mejorarán el arbolado existente.
El ambicioso plan pretende transformar a Soria, una de las provincias con mayor porcentaje de paro, en una especie de Silicon Valley en verde. El macroproyecto se ubicará en una superficie de 560 hectáreas, equivalentes a 474 campos de fútbol, organizadas en ocho campus: tecnológico industrial, institucional, residencial, cultural, arqueológico, deportivo y fluvial. Además se prevé una zona residencial con 750 viviendas y tendrá una población, entre residencial y flotante, de hasta 4.000 personas.
El campus institucional albergará centros de investigación del medio ambiente y contará con espacio para celebrar congresos y exposiciones. El campus investigador y empresarial albergará firmas relativas a las energías alternativas, el aprovechamiento de recursos, el reciclaje, o la investigación forestal y agraria. El campus deportivo-lúdico contará con una piscina y un hipódromo, entre otros servicios, y se construirán paseos para peatones y ciclistas. El campus fluvial y lacustre tratará de preservar y enseñar los valores naturales del río Duero mediante recorridos didácticos. El campus del hábitat acogerá dos hoteles y las casas, unifamiliares en su mayoría, aunque también habrá viviendas colectivas, e incluso de protección oficial.
La CMA generará su propia energía a partir de fuentes renovables como la eólica, hidroeléctrica, solar fotovoltaica y térmica o biomasa forestal. Para ello, se instalarán cinco plantas de producción tanto en la propia ciudad como en su entorno, algunas de ellas pioneras internacionalmente, que podrán abastecer a la CMA e incluso exportar a la red general la energía sobrante.
La movilidad sostenible es otro de los criterios que se aplicará en la CMA. Los vehículos que se muevan por el complejo deberán utilizar baterías eléctricas o de hidrógeno. También se construirá un aparcamiento exterior, abastecido con paneles fotovoltaicos.
Las viviendas no superarán los dos pisos de altura y se construirán con la máxima sostenibilidad arquitectónica mediante materiales procedentes de región. Esos materiales tendrán un alto valor reciclable y capacidad de integración, como la piedra y la madera, y permitirán un aprovechamiento energético máximo.
La mitad de los 500 millones de inversión corresponden a la iniciativa pública y privada, y la otra mitad provendrá de compañías que doten de energías limpias a la CMA. Biovent Holding, del grupo Iberdrola, fue la primera empresa que anunció su presencia en la CMA, con una inversión directa de más de 90 millones de euros.
Las críticas de grupos políticos, asociaciones y movimientos ecologistas al proyecto tampoco han faltado. Los argumentos son que El Garray debería descartarse por su interés paisajístico-forestal, que se trata casi de un humedal que perderá su biodiversidad con la edificación y que el acceso desde la capital sólo será posible mediante el contaminante transporte privado.
Por su parte, los arquitectos del proyecto Patxi Mangado y Félix Arranz, lo consideran una respuesta no urbana porque no habrá calles y los edificios se relacionarán con el medio natural. Además, se ampliará la protección de las riberas del Duero de los 25 metros actuales, que es la Red Natura 2000, a 300 metros. Sólo habrá una calle en toda la ciudad y ya existía antes de iniciarse. Consideran que Soto de Garray “era un lugar que estaba muy abandonado”.